Legislación con enfoque de género
Gina Ocqueteau Emprendedora
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Gina Ocqueteau
Hace algunos días este medio publicó un estudio donde se alerta que las mujeres contamos con un 77% de los derechos legales que tienen los hombres, traducidos en que cerca de 2.400 millones de mujeres en edad de trabajar no gozan de las mismas condiciones ante la ley, de acuerdo al índice ‘La Mujer, la Empresa y el Derecho 2023’ realizado por el Banco Mundial.
En el caso de Chile, mantiene su calificación de 80 puntos, la misma del año pasado. Sin embargo, se queda atrás del promedio de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) de 95,3 puntos, y más bien cerca del promedio regional de América Latina y El Caribe de 80,9.
“Si nos declaramos como una sociedad igualitaria, es inviable que en la práctica aún existan mujeres que cuentan con tres cuartos de los derechos que poseen los hombres”.
Esta semana hemos escuchado muchas cifras en torno a la brecha de género, los avances que se han realizado y lo que aún falta por hacer, pero los invito a reflexionar sobre estos datos con especial atención, porque si nos declaramos como una sociedad igualitaria, es inviable que en la práctica aún existan mujeres que cuentan con tres cuartos de los derechos que poseen los hombres.
Es cierto que cada país cuenta con realidades diferentes. En Chile tenemos una puntuación perfecta en los indicadores de libertad de circulación y las leyes que afectan al trabajo de las mujeres después de tener hijos, pero estamos al debe en lo relativo a la propiedad y la herencia, donde se vislumbran diferencias entre los cónyuges para administrar y acceder a los bienes durante el matrimonio.
Estos resultados nos hacen pensar también en la importancia de legislar con mirada de futuro. Está muy bien impulsar políticas inclusivas en las empresas, en los establecimientos educacionales, e incorporar la visión de género en el día a día, pero si no implementamos reformas a nivel legislativo, los cambios pueden quedar en el aire y no traernos los resultados que esperamos. “Verba volant, scripta manent” (Las palabras vuelan, los escritos permanecen), dice la famosa cita del latín.
Poner el foco sobre esta falencia tiene beneficios que van más allá de la brecha de género. En momentos de crisis económica y climática, los gobiernos necesitan la disponibilidad y el bienestar de toda su fuerza laboral activa para la producción de bienes y servicios, el logro de los Objetivos de Desarrollo Sustentable y marcar ventajas comparativas en el modo de hacer las cosas. Esto es imposible de obtener si se está mirando en menos a quienes conforman la mitad de la población mundial.
Si se logra reducir la brecha de género, el PIB per cápita podría incrementarse en casi un 20% en todas las naciones en el largo plazo, de acuerdo con las estimaciones del Banco Mundial. El punto de comparación más directo son las 14 economías con puntuación perfecta: Alemania, Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Francia, Grecia, Irlanda, Islandia, Letonia, Luxemburgo, Países Bajos, Portugal y Suecia. No es casualidad que varias de ellas destaquen, además, por su solidez económica y el desarrollo en distintos ámbitos.
Sabemos que esta transformación no se logra en un par de meses. Necesitamos 50 años para alcanzar la igualdad jurídica, pero desde ya es posible comenzar a implementar cambios que vayan en la dirección correcta. Chile no puede autoproclamarse como un país igualitario, justo, inclusivo y sustentable si no mejora sus normas con iguales derechos para todos los ciudadanos y ciudadanas.